La cruzada del Partido
Popular (PP) no sólo arremete contra derechos fundamentales como sanidad,
educación, vivienda, trabajo, sino, también, contra libertades sexuales y
reproductivas. El PP busca imponer un determinado modelo de sociedad al
servicio del capital a la vez que machista y homófobo. Nos quieren pobres,
calladas y heterosexuales.
La semana pasada el
Gobierno proponía a las comunidades autónomas vetar, en la sanidad pública, los
tratamientos de reproducción asistida (inseminación artificial y fecundación in
vitro) a lesbianas y mujeres solas. Una medida que atenta contra la igualdad de
acceso a los servicios públicos y discrimina a quienes se salen de la estricta
“norma” heteropatriarcal. Si eres mujer, pobre, lesbiana o no tienes pareja,
prohibido quedarte embarazada. Para el PP, sin hombres no hay hijos. Y la
derecha impone, así, su arquetipo de familia: una, hetero y unida.
Nos encontramos frente
a un Gobierno que se escandaliza porque dos mujeres puedan ser madres, dos
hombres padres, de que una mujer sola pueda tener hijas e hijos, pero que no
siente la más mínima vergüenza en aplicar unas políticas generadoras de hambre,
paro y desahucios. La doble moral de quienes no tiene principios. Obedientes
sólo a la doctrina del capitalismo y el patriarcado.
Ayer en el escrache
feminista frente al Ministerio de Sanidad en Madrid, para, justamente, condenar
esta medida, la represión fue la respuesta. Un Gobierno que persigue y
criminaliza aquellos que no callan. La “política de la porra” es la otra cara
de la “política de las tijeras”.
Otro ejemplo. El
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad planea ahora dejar fuera
de las estadísticas de malos tratos a las mujeres que, pese a ser agredidas, no
pasen por el hospital o estén en él menos de 24 horas. Lo que significa invisibilizar
la mayoría de los casos. No sea que las cifras se disparen, digo yo. Según, el
Observatorio para la Violencia de Género del Consejo General del Poder
Judicial, en el primer trimestre del 2013, unas mil cien mujeres por mes
presentaron parte de lesiones al denunciar ataques machistas. Aunque éstas son
sólo una minoría. En 2012, por ejemplo, únicamente el 11% de las 128.000
denuncias aportaron dicho parte. Para algunos, parece, es mejor esconder, o
maquillar, la realidad en vez de combatirla.
Y a todo esto hay que
sumar la ofensiva del ministro Alberto Ruiz-Gallardón para reformar la, ya
limitada, Ley del aborto y devolvernos a la época de “las cavernas”. Una
modificación que, en palabras del ministro, tendrá lugar en los próximos tres
meses. La futura Ley, todo parece apuntar, será más restrictiva que la de 1985
y sólo se permitirá interrumpir el embarazo en ciertos supuestos muy limitados.
Entre los supuestos que se está discutiendo eliminar, se encuentra el de
malformación del feto. Según Gallardón, la reforma tiene como objetivo
“aumentar la protección del derecho por excelencia de la mujer: el de la
maternidad”. Y me pregunto: ¿La maternidad en manos de quién? ¿De la mujer o
del Estado? En definitiva, un intento más por parte del PP de decidir y legislar
sobre nuestro cuerpo.
Estas medidas, en
definitiva, se suman a unas políticas de salida a la crisis que devuelven la
mujer al hogar. Cuando se recortan servicios públicos como sanidad,
prestaciones sociales diversas, la Ley de dependencia…, hay todo un trabajo de
cuidados, invisible, infravalorado, pero imprescindible, que acaba siendo
asumido, una vez más, por las mujeres. En nuestras espaldas recaen,
mayoritariamente, los recortes al Estado del bienestar.
Nos enfrentamos a un Gobierno de derechas, machista y
homófobo. Y la respuesta sólo puede ser de izquierdas (y no de boquilla sino de
acción en la calle), feminista y a favor de las libertades sexuales.
Fuente: Publico.es
Esther Vivas
Periodista y activista
Periodista y activista